Él ha dicho “nunca te dejaré, nunca te abandonaré” (Eva)

“Hoy desperté con el deseo firme de seguir adelante sin mirar hacia atrás y dejar en manos de Dios mi futuro… Me conformo con tan sólo con deleitar el placer de que Dios guíe los pasos de mi vida. Tan sólo su compañía me hace grande”
Eva lleva muchos años enferma, los últimos sin apenas poderse mover, con una enfermedad respiratoria crónica. Tiene 48 años y sabe que la muerte está cerca, lleva más de un año en cuidados paliativos. Está sóla y sin familia. Desde muy joven ha sido una chica difícil, empezó a consumir heroína y con ella entró en una espiral de muerte: violencia, prostitución, trapicheos…. Hoy desde la cama del hospital siente con fuerza como el Señor le lleva de su mano y se levanta cada día agradecida


“Las cosas están mal, pero Dios nunca abandona a los suyos” (Joy)

Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo libra de sus angustias, Joy dice estas palabras a media noche, ejerciendo la prostitución en un inhóspito polígono industrial. Lleva ya cuatro años en la calle, su jefa no le deja ir a la casa antes de las cinco de la madrugada, haga el frío que haga y, si no lleva los 300 euros mínimos que tiene que “hacerse” cada noche, sabe la paliza que le espera, pero ella sabe que un día su deuda acabará y podrá ser libre.

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